top of page
nuevo logo trailorbrand.JPG
  • Facebook
  • Instagram

El Secreto- Amadeo




El día se presentaba diáfano, las expectativas eran mayúsculas en los niños y los mayores organizaban la fiesta de Noche Buena. Al mediodía, habían terminado de pulir los detalles para asegurar la felicidad y sorpresas de los hijos. Probaron por última vez los circuitos ocultos de micrófonos y parlantes instalados por dos electricistas.

Los matrimonios que se reunirían en la casa de Denzel y Layla, sumaban cuatro mayores y cinco primos de entre seis y nueve años. Luego de la cena y de la entrega de los regalos, todos pernoctarían allí, para recuperar fuerzas. Los chicos esperaban mejores regalos que los del año anterior, pues aseguraban haberse portado súper bien. Nicki, el mayorcito, se preguntaba quiénes serían esos dos hombres que habían puesto cables nuevos en la casa: sospechaba extrañeza y suponía una relación con los regalos, pero no se animaba a preguntarle a la mamá...

Al anochecer, ninguno de los cinco protestó por el baño ni por la ropa de fiesta ni por tener que usar zapatos duros. Hasta el momento de la cena, los niños permanecían callados con ojos expectantes y luminosos. Solo les interesaba divertirse y recibir los reglaos pedidos. Lo único que sabían era que todos los paquetes serían de color celeste, con las iniciales de cada uno y que la algarabía sería muy entretenida.

Cenaron entre anécdotas y risas, hubo miradas cómplices entre los mayores, mientras los chicos, alternativamente, miraban el reloj de pared y los ventanales hacia el jardín a la calle, bien iluminado. A los postres, escucharon una voz gruesa, con tono extranjero:

— ¿Se portaron bien todo el año?, ¿los cinco?

— Sí —respondieron a coro cuatro de los hijos y el restante, Nicki, preguntó:

— ¿Quién habla?

— Papá Noel que está cerca y quiere saber cuántos juguetes bajar en esa casa.

— Siii, nos portamos mejor que el año pasado —aseguró Nicki.

— Les creo. Esperen que en un rato llego.

Todos aplaudieron con entusiasmo, los chicos no podían seguir sentados, se acercaban a las ventanas y uno de ellos, subido a una silla, espiaba por la mirilla de la puerta.

Layla les exigía orden y silencio. Al ratito, desde la cocina llamó por teléfono a Denzel —era médico—, quien tras atender, avisó a todos:

— Tengo una urgencia en el hospital. Ustedes reciban los regalos y brinden. Yo trataré de regresar en unos minutos.

— ¿Te vas papá? —pregunto la nenita menor.

— Sí. Esperen a Papá Noel que llegará prontito.

En el patio de atrás de la casa, Denzel se disfrazó, cargó una bolsa llena de bollos de papel y en el jardín delantero hizo barullo —la casa no tenía chimenea por donde bajar—. Los niños corrieron hacia el ventanal del living y en el mismo instante que lo vieron, escucharon aquella voz gruesa:

— Ya les dejé los regalos. Esperen que los paquetes celestes atraviesen las paredes. No puedo entrar y darles un beso… hay muchos chicos buenos como ustedes en todo el mundo. Nos vemos el año próximo —y corrió hacia la calle.

Un crujido a ladrillos rotos, los alertó y volvieron entre gritos y saltos al comedor. Nada. Silencio. Desilusión total. Se abrió la puerta y entró Denzel, quien sonriente les comentó:

— Escuché un ruido raro en el dormitorio de Layla. Vayan a ver…

No terminó de hablar, cuando los chicos ya estaban en la habitación matrimonial. Las exclamaciones, los sonidos a papeles rotos y a charlas emocionadas, se escuchaban con claridad. Los mayores, a los besos, festejaban la Navidad de sus hijos. El plan había sido exitoso.

Ya apaciguados, hicieron un último brindis y tras la repetición de besos y besitos, fueron a dormir: algunos en colchones sobre el piso.

Al día siguiente de Navidad, los electricistas desinstalaban aquellos cables provisorios, mientras conversaban sobre sus festejos:

— Estos chicos… ¿Habrán creído que les habló Papá Noel?, ¿sabrán quien les hace los regalos? Yo ya se lo dije a mi nena y no pasó nada.

— Yo a mi hijito, se lo diré el año próximo. ¡Para qué desilusionarlo! El mayor si lo sabe.

— Bueno, listo. Cobramos y nos vamos.

Horas después, luego de despedirse de los tíos y primos, Nicki sonriente y a solas con su madre, le dijo:

— Má, te prometo no decirles el secreto de Papá Noel a mis hermanos.

— Gracias hijo… que se enteren solos…, igual que vos.

— Yo lo sospechaba y lo confirmé hoy con los dos señores que se llevaron los cables..

*



Imagen: Cortesía Istock - Sección Secret Santa

53 visualizaciones12 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

El mensaje de las 10 y 10 - Amadeo- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Al atardecer, mientras corre en el parque un solo kilómetro, por su edad de setenta y uno años, el sobrepeso y antecedentes de salud según la recomendación del médico,

EL DEMONIO BAJO LAS AGUAS - PROYMAN1- (R)

VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Últimamente el agua de la zona estaba contaminada y no conocíamos el motivo, las enfermedades asolaban a los habitantes del valle y los servicios sanitarios estaban de

La Revelación - Wanda- (R)

Sitio web: http://unrincondelalmablog.wordpress.com/ VOLVER A RECOPILACIÓN MAYO, 2023 Miré impaciente al reloj de la estación del tren que marcaba las 9:30. Contaba con el tiempo para llegar a la sala

bottom of page