El cielo parece un especie de manto sucio que supura nubes rojizas en lo alto del monte Xiotepec. El suelo arenoso, de piedras filosas, le hiere los pies a cada paso que da. Murmullos de grillos, cotuchas y cenzontles adheridos a su mente le acompañan el andar. ¿Donde estarán? ¿Por donde vendrán? No lo sabe, abraza con fuerza aquello y sigue su camino.
El cansancio lo vence, se tira al suelo y levanta las piernas, siente correr el viento sobre las plantas de los pies y le sabe a gloria. Muele con dos piedras un poco de peyote y otras yerbas. Adhiere la masilla a sus heridas y poco a poco se adormece. Sobre su pecho, una lucecilla se asoma en aquello que mantiene abrazado.
Un estruendo de arcabuces escupiendo fuego lo trae de vuelta al mundo de los despiertos, se levanta agitado y corre a asomarse por el lado opuesto de la ladera. Ahí están ellos, han llegado más pronto de lo que creía, si quiere seguir vivo, mañana será mejor no estar ahí, así que corre por sus cosas y decide huir lo antes posible.
Se cuelga la bolsa de cuero a la espalda y pega contra su pecho la figura. Un sórdido grito de fuego lo alcanza y siente un pequeño artefacto caliente atravesando su espalda, un liquido tibio comienza a brotarle por ese hoyuelo mientras las piernas parecen perder fuerza. La vista se nubla, la respiración disminuye y poco a poco cae fulminado. No suelta la pieza, pareciera que esta pegada a su cuerpo.
—Acá está el maldito indio —grita uno de los tipos volteando hacia la ladera con el arma aun caliente en las manos. Los demás se acercan a verlo. Mientras tanto, en el suelo, una lucecilla destella en la figura cerca del pecho del hombre y este, repentinamente se levanta, abraza la pieza y emprende la huida a toda velocidad.
—¡Traed los caballos! ¡se escapa! —gritan los blancos enfurecidos.
Ha corrido algunos metros y no consigue mantenerse alejado de ellos, mientras lo hace se pregunta como es que sigue de pie, no tiene idea, solo sigue corriendo. Decide en su cabeza girar a la derecha, una pequeña luz parpadea en aquello y extrañamente sigue su camino girando a la izquierda.
Los blancos arremeten contra sus caballos, cada vez están más cerca del hombre, es necesario quitarle a toda costa lo que lleva con él, entregarla significa ganarse el aprecio de Hernán.
El camino llega a su fin, frente a él solo hay un pequeño montículo de piedra con algunos restos de vasijas de barro e infinidad de huizaches y mezquites que lo rodean. No sabe que hacer, el corazón le palpita desenfrenadamente y solo presiona con fuerza lo que lleva consigo.
Los jinetes llegan hasta lo que parece un pequeño sitio ceremonial, voltean a todos lados, no hay un solo rastro que indique donde se ha metido el hombre, inesperadamente una rama cruje justo al lado izquierdo del montículo, Eres hombre muerto-suelta uno de ellos, se acercan rápidamente y rodean el árbol.
Puede ver a los barbados aglomerados allí abajo, dos gotas de sudor le bajan por la cienes, se desliza un poco hacia atrás para tomar vuelo, inicia la marcha, corre a lo largo de la rama a toda velocidad, esta a punto de saltar, un destello en la pieza, la rama se rompe a pesar de ser bastante gorda.
El cuerpo del hombre va a dar trastabillado al suelo, no suelta el artefacto, los barbados se voltean sorprendidos y dan la espalda a los árboles, la figura destella nuevamente, extrañamente los mezquites y huizaches desprenden las raíces del suelo, comienzan a avanzar, en cuestión de segundos están justo detrás de los blancos.
Uno a uno los tipos son atrapados e inmovilizados por los vegetales y puestos frente al montículo, brilla la figura, el hombre se levanta del suelo, introduce las manos en su bolsa de cuero y extrae un puñado de semillas, las lleva a su boca, saca una cerbatana y comienza a disparar sin compasión.
Semillas con saliva quedan pegadas al cuello de los extraños, una luz se asoma en el artefacto y los granos se van introduciendo en los cuerpos. Extrañamente se endurecen y les brotan ramitas y espinas por todos lados.
El hombre se acerca al montículo y al fin suelta aquello, lo coloca en el centro del basamento y se aleja. El ídolo de oro suelta un destello y el silencio se apodera de Olutla…
Hola Netogonzo.
En primera, gracias por tu muy amable comentario a mi relato.
En cuanto al tuyo, vaya. Me has llevado por la selva, sin aliento, huyendo de los españoles, protegiendo un ídolo.
Desde lo personal, me atrapan ese tipo de relatos. Las palabras que has utilizado me ubican en tiempo y espacio sin necesidad de otra aclaración, y eso me encanta.
Creo que algunas oraciones te han quedado un poquito sin pulir, tal vez el efecto dce la huida desesperada:
-"Uno a uno los tipos son atrapados e inmovilizados por los vegetales y puestos frente al montículo, brilla la figura, el hombre se levanta del suelo, introduce las manos en su bolsa de cuero y extrae un puñado de…
Hola Netogonzo.
En primera, gracias por tu muy amable comentario a mi relato.
En cuanto al tuyo, vaya. Me has llevado por la selva, sin aliento, huyendo de los españoles, protegiendo un ídolo.
Desde lo personal, me atrapan ese tipo de relatos. Las palabras que has utilizado me ubican en tiempo y espacio sin necesidad de otra aclaración, y eso me encanta.
Creo que algunas oraciones te han quedado un poquito sin pulir, tal vez el efecto dce la huida desesperada:
-"Uno a uno los tipos son atrapados e inmovilizados por los vegetales y puestos frente al montículo, brilla la figura, el hombre se levanta del suelo, introduce las manos en su bolsa de cuero y extrae un puñado de…
Hola Netogonzo:
Gracias por pasarte por mi relato y dejar tus comentarios. Ahora gustoso te devuelvo la visita leyendo tu historia que me ha gustado.
Una escena de violencia que refleja la época de la conquista de América por unas tropas que bajo la hipocresía de la evangelización buscaban oro.
La caza del indio, estaría provocada para robarle la figura dorada de algún dios azteca que tendría un valor de trofeo incalculable para el conquistador Hernán Cortés.
En cuanto a lo formal te apunto lo siguiente:
"Los blancos arremeten contra sus caballos". Aquí creo que debe ser: "Los blancos arremeten con sus caballos"
Totalmente de acuerdo con García Labajos con el uso de la palabra "fulminado" pues inmediatamente me imagino…
Hola, Netogonzo.
Me encanta esta historia donde se mezcla tradición, ficción, sentimientos, defensa de identidad, naturaleza y, además triunfa quien se lo merece ganando una batalla que parecía perdida. Cuántas historias de saqueo, de persecución y de conquista como la que relatas se han cometido con la espada y la cruz por delante.
En lo formal hay unas cuantas cosas que habría que revisar:
“El cielo parece un especie…” Mejor UNA ya que no se refiere a cielo (masculino), sino a especie (femenino).
“¿Donde estarán? ¿Por donde vendrán? Los dos “Dónde” llevan tilde por tener función interrogativa.
“…pronto de lo que creía, si quiere…” Mejor le va un punto en lugar de coma.
“liquido” líquido con tilde en la primera…
Hola Netogonzo.
Gracias por leer y comentar mi texto.
He disfrutado con tu historia. Tu narración me hace estar con el personaje hasta el momento que desfallece y entonces llevas la atención a los blancos. Recuperación inesperada del protagonista y partir de ahí la acción se vuelve vertiginosa. Enhorabuena.
Puntos a revisar sugeriría:
más pronto de lo que creía, si quiere seguir vivo, mañana será mejor no estar ahí,
creía. Si
su espalda, un liquido tibio comienza
espalda. Un liquido
o, Eres hombre muerto-suelta uno de ellos, se acercan rápidamente y rodean el árbol
No hay signos de representción de dialogo
cienes- sienes