«Sorprendido por la presencia de un cartero, cuando abrí la puerta del departamento para ir a mi trabajo en la universidad, le pregunté:
—¿Tocó el timbre? No lo escuché.
—Sí, dos veces. Ya me iba. Acá le doy una carta que viene desde el extranjero —respondió el hombre, entregó el sobre y con un saludo mudo se retiró.
Nervioso, reingresé y sentado en el sillón del living, miré el remitente: mi amigo de la infancia a quien no veo ni tengo noticias desde hace años… desde cuando llegué a Paris. Abrí el sobre y la mala noticia me dejó sin respiración y comencé a transpirar: papá había fallecido por muerte súbita, hace ya más de una semana… Sé que era residente en un buen geriátrico, pero todos los esfuerzos habían sido inútiles. Leí en que cementerio descansa papá y sin dudarlo, decidí ir para estar cerca de él y despedirme formalmente. Leí las disculpas de mi amigo por la demora del aviso: solo consiguió la dirección postal, pero no mi teléfono», así, ya en el cementerio, Odolf recuerda con sumo detalle, las razones de su viaje tan imprevisto.
Un rubor, un palpitar acelerado, se le presenta cuando llega frente a la lápida con solo la inscripción del nombre. El atardecer en variados tonos rojizos que lo acompaña, lo serena y le permite sollozar a solas. Se culpa de haber estado alejado y poco comunicado con el padre: solo le bastaba saber que era bien cuidado en la residencia para mayores. Sin conciencia del paso del tiempo, Odolf nota el pronto arribo de la noche y decide regresar el día siguiente, previo de pasar por el ancianato y retirar los pocos elementos personales del padre... La puerta del cementerio cerrada, se lo impide y retorna frente a la tumba paterna. Pasaría la noche cerca de él.
Sentado en el césped, recuerda sus diabluras, sus discusiones, tantos abrazos en familia y la muerte de su madre cuando él estudiaba en la universidad. De pronto escucha murmullos que se aproximan, que parecen restos de palabras extranjeras por inentendibles. Ve acercarse una forma algo triangular, de tono blanco difuso, de altura humana, con la base que se arrastra por el suelo, como flotando a pocos centímetros. La brisa parece agitar sus contornos.
Ese cuerpo casi etéreo se le acerca, se detiene frente a él y segundos después avanza, lo esquiva y se aleja. Pálido y desencajado, Odolf respira con dificultad y segundos después, atónito, ve acercarse un par de formas muy similares a la anterior —triángulos isósceles— pero ambas de un color violeta con cierta transparencia. Los sonidos guturales que escucha se intensifican y le aportan sensación de sorpresa y Odolf se bloquea: el terror lo paraliza.
Los triángulos de color malva, continúan con los gritos entre ellos y abruptamente se silencian cuando perciben que la forma blanca regresa y se les acerca. Entonces las tres comienzan a vociferar con ruidos inexplicables. Expectante, Odolf observa que la discusión avanza, que las formas se entremezclan en lucha, que parecen disputarse el territorio. La forma blanca cae plana al suelo y comienza a derretirse como manteca al sol. Las otras dos ríen burlonas mientras la derrotada es absorbida por la tierra.
En silencio y con breves bailecitos, ambas se acercan más y rodean a Odolf y de pronto, sin aviso previo, se arrojan sobre él. Entre balbuceos fantasmales lo cubren totalmente hasta que al liberarlo y ellas alejarse, en lugar de Odolf hay solo una forma algo triangular de color verde claro.
Los tres casi triángulos deformes e incorpóreos, se retiran hacia la zona sur del cementerio. Entre murmullos ásperos parecen entenderse como tres amigos, pues conversan y ríen satisfechos.
Al día siguiente ya abierto el cementerio, los deudos portando ramos de flores, comienzan a llegar y acercarse a las diferentes tumbas. El sol y una claridad pacífica los acompañan en sus penas.
***
Saludos Amadeo soy PROYMAN1 tu vecino del 2 he leído tu relato y me ha gustado sobre todo por lo bien que visibilizas las figuras geométricas en el sueño que tiene en el cementerio el hijo del finado. ¿Si es que existe la resurrección serán así?.
También mi imaginación me dice que el individuo ha muerto y así ve lo que hay alrededor.
Buen relato aunque creo que son párrafos algo largos y falta algún punto y aparte.
Te doy las gracias por haber leído el mío y tomo nota de tus observaciones tecnicas,las tendre en cuenta.Si alguien nos lee espero fomentar el interés por la escritura con estos comentarios.
Seguiremos leyendonos.
Hola nuevamente, Amadeo: He leído varias veces tu relato y no he llegado a comprender la naturaleza de los triángulos luminosos: si se trata de almas de difuntos, descarto extraterrestres, tal vez Adolf se quedó dormido y se trata de ilusiones oníricas... En todo caso se trata de algo muy inquietante que podría servir de base para un texto de misterio.
Soy un castellano muy entusiasta de los autores del otro lado del Atlántico, me encantan Isabel Allende, Cortázar, García Márquez... Me gusta este taller precisamente por eso y entiendo que nuestro idioma común varía, como coches idénticos conducidos por personas distintas, pero en ocasiones cuesta comprenderos. 😀 Ejemplo: "..desde cuando llegué a Paris." Aquí diríamos: "... desde que llegué…