Opciones: A: Policíaco - B: Novela Negra - C: Misterio - D: Terror
Después de dar varias vueltas por las habitaciones encontró las llaves. No recordaba qué había hecho desde que salió de la oficina ni como había llegado a casa la noche anterior. Tenía la cabeza turbia y espesa como la niebla que adivinaba al otro lado del cristal, todavía no había amanecido. “Va a ser un mal día porque no he pegado ojo y cuando no duermo todo se tuerce”, pronosticó en voz alta mientras forcejeaba con la puerta de casa, hinchada por la humedad.
Y no fue el único contratiempo: al salir de la urbanización, el muro de boira le impidió ver las luces del camión de doble cabina que se aproximaba hacia el cruce. Se saltó el stop y el gigante con ruedas pasó a pocos centímetros de su coche con un bocinazo, largo y profundo similar a una sirena de barco, que hizo vibrar su utilitario y la aterrorizó. El susto fue tan intenso que cuando llegó al parking del despacho todavía le hormigueaba todo el cuerpo. En la penumbra, los coches le parecían toros agazapados a punto de embestir. Caminaba de puntillas, vigilando a derecha e izquierda, solo con la luz del móvil a sus pies. A tres metros del cortafuegos de acceso a los ascensores, vio una sombra enorme que conforme avanzaba se convirtió en una figura con espaldas de gimnasio, muslos como columnas griegas y brazos de boxeador a la altura de las caderas.
—Buenos días Berta
—Ah —se sobresaltó— ho… hola Juan me ha asus…tado.
—Y usted a mí, es demasiado pronto, no debería madrugar tanto.
Estuvo a punto de contarle lo asustada que venía y todos los incidentes que había tenido —incluso que al salir de casa la cerradura no abría— pero se mordió la lengua. Él no podía hacer nada ni le importarían sus pequeños problemas.
— ¿Sí? —dijo con voz de sorpresa— tengo mucho que hacer.
—Ya comprendo.
Mentira, solo necesitaba llegar lo antes posible al despacho, allí se calmaban todas sus ansiedades, era su droga. Se desplomó en el sillón con la respiración entrecortada, las paredes comenzaron a derretirse y entre el vapor que desprendían, la vio.
Ana estaba al otro lado de su mesa, erguida, silenciosa y digna igual que la tarde anterior cuando le había dicho que “no era necesario que volviera”.
—Órdenes de arriba —le espetó tajante—. Ya sabes, estos contratos son muy flexibles y estamos ajustando bien todos los perfiles que son necesarios en este momento en la empresa.
Los ojos de Ana la atravesaron como una maldición pero fue el silencio, su reproche mudo, lo que la desasosegó y desequilibró su vida; como si en ese momento se hubiera abierto la losa bajo la que había sepultado los recuerdos de otros jóvenes aspirantes que corrieron la misma suerte que Ana.
Porque las palabras de Berta eran mentiras: pantallas tras las que ocultaba la envidia que le producían los candidatos. En el caso de Ana: dos idiomas, manejo de redes y programas informáticos.
Desde que comenzó a trabajar a su lado la había visto como alguien peligroso.
Sin haber cumplido todavía los treinta, Ana conocía y dominaba los arcanos del mundo actual. Sin embargo para Berta las nuevas tecnologías eran un universo desconocido.
No era ni sombra de lo que había sido: estaba cerca de los sesenta, había ganado kilos, perdido vista, el corazón le había dado un par de avisos, el lumbago la atacaba una y otra vez y tenía el colesterol disparado. Pero ella no estaba hecha para la vida entre cuatro paredes. El único a quien podía llamar amigo era el director de la compañía. En su chalet solo tenía a su perra Luci y los dos gatos que de vez en cuando merodeaban por el enorme jardín.
Así que, aunque el suelo fallara y no pudiera ya romper ningún techo, no tenía previsto retirarse. Se aferraría al sillón con todas sus fuerzas.
Cuando la encontraron, Berta estaba inconsciente sobre la mesa.
*
Cierre conteo anual 21/22: Corazones: 3, Comentaristas: 6
Se ha realizado el conteo del mes de febrero, 2022.
A nuestro compañero se le han otorgado DOS CORAZONES, por su relato.
Espero que estos hayan sido otorgados por sus compañeros con lecturas obligadas. Recuerden que a partir de este mes se están implementando las insignias, y es requisito obligatorio para las lecturas que son de ese carácter, el resto de lecturas al igual que la asignación es voluntaria.
Agradecemos a los que están participando con ello.
Contabilizamos los comentarios de los compañeros recibidos en cada relato y también en las demás entradas correspondientes a este mes.
Hola María Jesús
Un relato de la cotidianidad, ese debate entre estar cercado por las paredes de la casa, acompañado por sus peludos y estar en el trabajo. Hay quienes se adaptan a la primera situación y otros no pueden vivir sin estar en una oficina, porque sucumben. Bien llevado el hilo del cuento, pero creo que esa rabia frente a los jóvenes competidores a nivel laboral hay que hacerla sentir más. Yo no la sentí, se pasa por ella muy rápidamente, es más se entretiene el cuento en otros asuntos que disipan al lector del objetivo de tu escrito, que es esa competencia laboral. Por lo demás poco que decir, ya otros compañeros te señalaron algunos asuntos de gramática.
Hola, María Jesús:
Me gusta mucho como has planteado la puesta en escena del relato. Uno piensa que va a salir algún vampiro del ascensor, o un monstruo entre la sombra, y resulta que tras todo eso no hay nada sobrenatural. La propia vida puede dar miedo.
Saludos
Saludos María Jesús soy PROYMAN tu vecino del 5 y leyendo tu relato me ha transportado a algo que pasa al tener una edad y en algunos centros de trabajo.Me ha gustado como esta escrito aunque al terminar de leerlo echo de menos algo policiaco.
Las observaciones técnicas las dejo para los compañeros.
Confío en seguir leyéndonos.