—Buenas tardes, don Tomás—bienvenido a mis dominios del parque en este día tan hermoso, como las flores que dominan este parterre.
—Caray, Juan—primero, no me trates de don, y ya veo que tienes un día poético, adoras tu oficio eh…
—Así es, don Tomás… perdone; me encanta trabajar la tierra, me encanta plantar y ver como las plántulas van subiendo poco a poco para vivir de la luz y el calor del sol. Yo solo las tengo que hablar con su nombre por la mañana: hola rojita capuchina, hola caléndula amarilla y así me parece que les ayudo a pasar el día.
—Bueno, Juan—hoy he tenido un día agotador, y voy a descansar en aquel banco al lado de la reja, viendo como juegan los niños dando patadas a la pelota.
El sol de la tarde primaveral le hace entornar los ojos, viendo los cuerpos nebulosos de las criaturas y oyendo quedamente sus gritos infantiles.
En esta situación de amodorramiento y dejadez, vislumbra como una persona se acerca, dirigiéndose a él por su nombre.
—¡Hola Tomás! —tenía ganas de verte, no me ha sido posible hasta hoy, y aquí estoy.
—¡Felip, que tal! —vaya sorpresa, ¿cómo me has localizado?, al mismo tiempo que se levanta para abrazarle.
—¡Ah, amigo Tomás! —tengo poderes sobrenaturales —dijo— sonriendo; ya veo que el tiempo pasado ha hecho mella en tu fisonomía
—Bueno, dijo Tomás —he trabajado mucho, y no como tú, que no dabas un palo al agua por tu buena situación en la familia; tienes buen aspecto y te encuentro en buena forma; menos la cara que parece que te da poco el sol.
—A propósito, Felip —ya sé que no estabais bien en vuestras relaciones últimamente; ¿pero que sabes de tu mujer?; tu marchaste y ella desapareció de la ciudad al poco tiempo.
—Me extraña que no lo sepas—; esas miradas y sonrisas de soslayo que acrecentaron mi sentir, hicieron que me sintiera engañado y traicionado por las dos personas que estaban más unidas a mí.
—Escucha Felip— ya que has vuelto, te digo por enésima vez, que no tuve nada con ella; solo fuimos amigos del instituto y nos teníamos respeto, nada más.
—¡Claro, que me vas a decir ahora! —teníamos peleas, sí, pero después de mi accidente no he vuelto a saber nada de ella hasta hace bien poco.
—Vale, dijo Tomás— no te exaltes, supongo que habrá rehecho su vida en algún lugar.
—Siempre he pensado que el accidente fue muy raro en la forma como sucedió; —dijo Felip— de todas maneras ya no me importa; y te digo que vive en Girona con una amiga, en un apartamento transformado en taller para la confección de patronaje de ropa para alta costura.
—El accidente, —dijo Tomás—, fue por tu cabezonería de niño tonto, que no sabe ni utilizar un martillo para anclar una estantería cuando nos pidió la María de la biblioteca nuestra ayuda, y te expusiste a lo que pasó porque te gustaba la chica.
—SÍ, será así, dijo Felip —pero tu sabías que en las excursiones de montaña, en los caminos pegados a los barrancos, tenía miedo de pasar por el vértigo que sentía.
—¡Pero hombre! —a quien se le ocurre pensar, que te puede dar vértigo estando subido a una estantería de cuatro metros.
—Qué cuatro metros… ni cuatro metros! —la estantería estaba llena de paquetes de libros de las editoriales, mientras yo estaba en todo lo alto, y te dije; ¡aguanta bien, que me voy a caer! Y así pasó, que caí… y la estantería encima de mí.
—Bueno, es igual, continúa Felip—, a partir de aquel día no me tengo que preocupar de nada. Todo lo hacen por mí. El lugar se llama ”El cielo Azul”, y ni tan siquiera tengo que ir a misa. Estoy en la gloria, chico, y te espero con ilusión si es que te corresponde el lugar.
Un fuerte golpe en la verja, le hace dar un brinco en el banco, y puede ver que uno de los niños se acerca corriendo en busca de la pelota para seguir en sus juegos.
*
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Saludos Chaval soy tu vecino del 6 y he leído tu relato aunque me deja algo confuso entre la amistad y el rencor de dos personas, me ha gustado y veo que al final los dos se encuentren en el mismo sitio no se si llamarlo Paraíso u otra cosa.
Confío en seguir leyéndonos.
Hola Chaval, es un lindo relato con un anciano que va a la plaza en una tarde soleada y se queda dormido en un banco, soñando con una vieja historia que al parecer lo tenía algo atormentado.
Coincido con las puntualizaciones de varios compañeros acerca de los diálogos que no están bien escritos.
Cumples con el reto. Sigue escribiendo.
Felices fiestas.Esther
Hola El chaval,feliz navidad ante todo ,en lo referente a tu relato me resulta extraño donde colocas los guiones y sin cerrarlos ,parece que lo haces al reves ,tambien tienes algunas frases confusas y fuera de lugar ,cuando de pronto vuelves a la normalidad ,creo que ya otros compañeros te lo señalan ,por otra parte a pesar de todo la historia se entiende ,pero estoy seguro que la puedes mejorar ,si la repasas bien y quitas algunas frases que no aportan nada a la historia y ordenas un poco los dialogos.
Un saludo.José Maria.
Hola Chaval
Leí tu escrito y me pareció interesante. Tienes muchos problemas en el manejo de las comas y de los guiones, te sugiero leer cuentos de Hemingway, es un experto en ese manejo. Es mi libro de consulta frente a estas dudas.
Yo solo las LES tengo que hablar con su nombre por la mañana:
hola caléndula amarilla y así me parece que les LAS ayudo a pasar el día.
—Bueno, Juan—hoy he tenido un día agotador SOBRA EL SEGUNDO GUION SUGIERO UNA COMA ASÍ: BUENO JUAN,
—¡Hola Tomás! —tenía ganas de verte SOBRA EL SEGUNDO GUION, SUGIERO: ¡HOLA TOMÁS!,
—¡Felip, que tal! —vaya sorpresa IGUAL QUE LA OBSERVACIÓN ANTERIOR. FELIPE
¿cómo me has localizado?, al mismo tiempo que…