La última noche desperté contra la cornisa, flotando sobre la cama vacía, pensando «que si esto es un sueño, que si voy a caer...» Por la mañana una torpe explicación: «Me he dado con la puerta», dije a media voz. Ella apuró su café y sin mirarme se marchó. Yo quedé ante una taza sucia e incontables facturas por pagar.
Ahora todos alzan la mirada; algunos gritan, algunos se santiguan. Desde las alturas sonrío, «¡qué cara se le pondrá!» —exclamo entre las nubes. «¡Su inútil marido protagonista de un evento excepcional!»
Lo sé, no durará, porque todo lo que sube...
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