Era una mañana de agosto de 1896, estaba frío, habitual en esa estación del año en el Río de la Plata. Se sentía el aroma a café, típico de los bares que a esa hora estaban abiertos.
Se veía a la gente a través de las ventanas del bar el hacha, desayunando y leyendo el diario. Todos comentaban lo que estaba por ocurrir hoy.
Frente al bar se encontraba un enorme edificio con grandes columnas y una gran escalinata.
A las 9 ingresó el personal a las instalaciones. Todos eran hombres, vestían camisa blanca, chaleco a rayas, pantalón azul y zapatos negros. En la camisa sujeto con un alfiler se distinguía la insignia de la empresa. Estaban muy animados. Hasta se los oyó reír por un chiste que contó uno de ellos.
Ya dentro de las instalaciones el personal se disponía a dejar todo listo para la inauguración que ocurriría dentro de 3 horas.
Parado en la esquina se hallaba un hombre albino, vestido con un traje gris oscuro a rallas, mocasines marrones y un gacho. Abrió su pitillera, encendió un cigarrillo y comenzó a contemplar el edificio. En la entrada lateral había un guardia. En el dintel sobre la puerta se leía calle Zabala.
11:30 arribaron varios carruajes con reconocidas personalidades de la ciudad.
Faltaban 15 minutos para la inauguración del primer Banco de la ciudad. Era un momento histórico. Había mucha expectativa entre la gente ya que hasta ahora los préstamos los otorgaban los pulperos con intereses de usura.
Aprovechando que toda la atención estaba puesta en la entrada principal del edificio, el hombre albino cruzó la calle rumbo a la puerta lateral dónde se encontraba el guardia, se le acercó y le pidió fuego. Cuando este se aprestó a sacar sus fósforos el otro hombre sacó un facón de la parte posterior del cinto y lo apuñaló. Tomó sus llaves e ingresó al edificio.
Ya dentro del edificio vio a lo lejos a las autoridades del Banco, políticos y otras personalidades que se encontraban sentados en el vestíbulo. Un pintor estaba terminando de acomodar sus utensilios.
El hombre divisó que había una escalera que conducía al subsuelo. Caminando agachado sin que lo vieran logró bajar por las escaleras, se escondió tras una columna. Se asomó y vio que allí se encontraba la caja fuerte que estaba custodiada por otro guardia. El hombre rodeó su posición por detrás de un muro logrando quedar detrás del guardia. Sacó su facón y lo apuñaló. Le quitó la llave, abrió la caja fuerte y allí encontró el dinero, calculó habría al menos 3 millones de pesos.
El guardia que venía a relevar a su compañero que custodiaba la puerta lateral del Banco lo encontró mal herido en el piso.
Ya eran las 12, comenzaba la inauguración, el ministro de hacienda ya estaba de pie frente a la multitud, comenzó su discurso anunciando que hoy era un día histórico para la ciudad. El pintor comenzó a plasmar la escena en el lienzo.
El guardia que encontró a su compañero en el suelo procedió a ingresar al edificio con su cachiporra en la mano. Ya dentro del edificio observó detenidamente el vestíbulo y no vio nada extraño, y en ese momento pensó, ¡la caja fuerte!
El guardia comenzó a bajar la escalera sigilosamente, divisó a un hombre frente a la caja fuerte, a su lado se encontraba otro compañero caído. Continuó bajando las escaleras, rodeó su posición por detrás de un muro avanzando hacia el hombre. Este no lo veía porque estaba de espaldas, de pronto cuando se encontraba a 3 metros del ladrón, al pisar una tabla, esta crujió, lo que alertó al hombre. Este en un solo movimiento se dio vuelta y sacó el facón. El ladrón y el guardia se encontraban frente a frente, se contemplaban, viendo quien realizaba el primer movimiento. De repente el ladrón se le abalanzó al guardia y realizando un movimiento horizontal llegó a rozarle el pecho con el facón, produciéndole un corte. El guardia lanzó un ataque acertando un duro golpe en el hígado del ladrón, que en el momento lo dejó tendido en el piso. Rápidamente lo puso de narices al piso y le colocó las esposas.
En el vestíbulo nadie se enteró de lo sucedido, el acto de inauguración culminó con normalidad, se firmaron las actas, hubo aplausos y el pintor culminó su obra, la cual hasta el día de hoy se puede observar en una pared del Banco.
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