Mañana será mejor...
En esa época vivíamos en el campo. Bastante lejos de la ciudad y era muy complicado asistir a la escuela. Mis padres decidieron empezar mi educación en casa. ¡Qué buena idea! Dijo mi madre. A los cinco le leía a papá los titulares de las noticias en el periódico nacional que el traía cuando viajaba de vez en cuando a la ciudad.
A los seis, decidieron hacer arreglos con la señorita Soledad, una maestra retirada de nacionalidad alemana, quien venía a casa los fines de semana para enseñarme las asignaturas correspondientes a mi edad y colocarme tareas bajo la supervisión de mis padres. ¡Qué buena idea! Exclamaron al unísono.
Lo que adelantaban los niños en la ciudad en todo el año, yo lo terminaba en medio. Rápidamente aprendí a leer y escribir correctamente. A mis padres y a la maestra les parecía prodigioso, entonces decidieron enseñarme a tocar el piano. Contrataron al profesor Cantini, un músico italiano que se había refugiado en el país después de la segunda guerra mundial y vivía relativamente cerca. ¡Qué buena idea! Dije, porque me encantaba la música.
A los siete, además de leer y escribir correctamente, ya sumaba, restaba, multiplicaba y dividía. Sabía geografía, ciencias naturales, disfrutaba los clásicos de la literatura e interpretaba bastante bien al piano melodías de Chopin y de Mozart. El profesor de música me enseñaba el italiano y mi maestra el alemán.
Ya entrado en los ocho, mis padres decidieron vincularme a la educación formal en la ciudad, Me enviaron a vivir con la tía Cecilia, una solterona rezandera y amargada que vivía en la ciudad. ¡Qué buena idea! Dijo la tia, A mi no me lo pareció.
Mi padre me llevó a un inmenso colegio regentado por los padres dominicos. La entrevista con el rector resultó muy fácil y de la noche a la mañana me convertí en un alumno más del octavo grado D.
Mi primera semana fue un desastre: además de ser el más pequeño del salón era el más “nerd”. Levantaba con frecuencia la mano para dar respuesta a las preguntas que hacían los profesores. Por supuesto, sin darme cuenta, me empecé a ganar el rechazo de todo el curso. Para completar, el profesor de música me colocó como ejemplo porque podía interpretar al piano una de mis melodías preferidas: la composición dramática Inmortality de Aakash Gandhi, que me inspiraba las grandes batallas de los vikingos por su inicio con tambores de guerra. Con la melodía venia mi relato sobre los guerreros nórdicos. ¡Qué buena idea se me ocurrió! pero a mis compañeros les cayó como una patada en la barriga o quizás un purgante..
El lunes, el profesor Materòn que dictaba geografía y ciencias naturales no me permitió salir al baño. Yo no estaba acostumbrado a aguantar tanto y sucedió lo que tenía que suceder. Pasé el resto del día en la vicerrectoría para que mis compañeros no me ridiculizaran. Aún la semana no terminaba cuando Salcedo, el matón del curso me invitó a pelear, seguramente para comprobar que seguía siendo el más fuerte. La pelea duró muy poco porque al primer puñetazo fui a dar al suelo y allí me quedé hasta que providencialmente apareció el padre Monsalve, director de disciplina.
El viernes regresó mi padre para saber de mi vida con la tía y el progreso en el colegio. Le conté todo lo que me había pasado, cariñosamente me dijo: no te preocupes hijo, mañana será mejor...
Finalmente papá tenía razón. La mañana siguiente fue mejor y la siguiente semana y el mes completo. Mis compañeros encontraron en mí una gran ayuda para los deberes escolares y aunque parezca increíble Salcedo se convirtió en mi mejor amigo.
Karut
Hola Karut, leí tu relato que me resultó interesante porque años atrás era muy común que, si no había una escuela cerca, los padres tomaran una maestra particular para los primeros años de aprendizaje de sus hijos. En este caso eran ellos mismos.
El niño al ser atendido individualmente aprendía con facilidad. Lo que sucedió luego fue lo más lógico ya que al no haber estado en contacto con compañeros le faltaba la parte social. No sabía comportarse en grupo. Problema que fue solucionándose con el pasar de los días, aplicando correctamente la frase "mañana será mejor".
Saludos .Esther
Gracias por sus comentarios. Siempre es bueno tener " Correctores de estilo "
Hola Karut,
La narración se va desenvolviendo bien, tal vez solo estaba esperando llegar a una especie de clímax en la historia, posiblemente narrar el acto que cambio su relación con los demás pudo haber sido esa parte cumbre que le diera poder al texto. Espero seguir leyéndote en futuros retos.
Saludos, estoy en el 28.
Hola, Karut.
Has contado la historia de forma cronológica casi completa de un niño. Bien contada, con anécdotas, triunfos y pesares, pero me da la sensación de que le falta algo al relato. No la historia de un chiquillo en general y cómo se desenvolvió, sino algo que le ocurrió. Con introducción, desarrollo y cambio final o desenlace.
Rezandera una expresión muy curiosa que no conocía. Me ha gustado.
En cuanto a la forma, hay algunas cosas que yo revisaría.
Vicerrectoría debe ir con mayúscula al tratarse de una institución.
“A los cinco le leía a papá…” Después de leer algo más se entiende que se trata de a los cinco años, pero en el momento de leerlo te quedas…
Hola Karut.
Coincido con las cuestiones formales que te señaló Vespasiano.
Desde el contenido, tal vez, para que no sea una simple enumeración de hechos, podrías haber desarrollado el modo en que tu niño logró convertirse en ayuda de los compañeros, incluso del abusón del grupo.
Mis saludos.
Hasta la próxima propuesta.
Laura (23)