Me llamo Celeste, nací en 2020, un mal año económico y personal. Confinamientos, estado de alarma, mascarillas…, según las memorias que mi abuela relata cada vez que nos visitamos.
Me encanta escuchar sus historias, sean reales, ficticias o repetidas. De ella he heredado el gusto por la lectura y las letras, en especial la musa poética, que a ambas, nos visita y transforma.
Hay una fecha muy especial en la que la familia disfrutamos reuniéndonos, la navideña. Por eso, en plena fiesta, me alegra de manera especial el recuerdo de mi primera reunión, en el primer año del Covid, escuchada de sus labios.
«Al sonido del timbre, mi madre salió a abrir. Desde el sillón, escuché el eco de unos zapatos acercándose por el pasillo. Reconocí la voz de mi hermano chico, hacía cuatro meses que no nos veíamos por culpa de los continuos cierres perimetrales de provincias. De nuevo el zumbido del timbre. El que vivía en Requena también acababa de llegar. Al final había podido desplazarse. Entraron saludando, los ojos destellaban una hermosa sonrisa por encima de las ya habituales máscaras.
No se acercaron a darme un beso, pero no importaba, lo importante era que estaban allí. Su presencia llenaba la atmósfera, se hacía latente en el corazón. Tampoco besaron a papá, ni a mamá. Eran mayores y había que ser prudentes, mejor ser responsables que tener que arrepentirnos.
Colocaron el equipaje y se lavaron las manos minuciosamente, para finalmente vernos sentados al calorcito de la chimenea, sin retirarse las mascarillas. Siempre tan concienzudos y cabales en su forma de actuar. Estuvimos charlando despreocupadamente, para rematar la noche disfrutamos de un buen tazón de sopa con tropezones, antes de irnos a descansar.
Al alba, el diáfano amanecer se colaba por las rendijas de la persiana con olor a pandemia. Para cuando me levanté, la pequeña encimera de la cocina estaba repleta de bandejas de entremeses; jamón de bellota, queso de cabra de leche cruda de Montefrío (el del premio nacional), gambas tigre para la plancha y un capón trufado asándose a fuego lento en el horno.
Los cinco merendamos en la más absoluta tranquilidad y dejamos transcurrir la tarde plácidamente entre anécdotas, sorbos de té, bocaditos de alfajores caseros y deliciosas torrijas.
Como invitados de Noche Buena, nos acompañaron mis dos hijas, los primeros pasos de mi nieto, su padre y la recién nacida (tú). Justo el cupo permitido en reuniones, diez. Un festejo algo inusual, donde echábamos en falta la otra mitad de hermanos y familiares.
Terminada la cena, comenzó el rota turnos de brindis:
―¡Por una próxima Noche Buena de abrazos y besos en la mejilla, como nos gustaría!
―¡Por reunirnos con los que no han podido acudir!
―¡Porque no nos falte la ilusión!
―¡Porque los tapabocas sean una reliquia!
―¡Porque todo sea un efímero recuerdo del que aprender!
―¡Porque la experiencia vivida aporte alegría, fe y esperanza!
―¡Por las ganas de vivir, que nunca se agoten!
―¡Pááá…,pááá…,mááá…,pááá…!
Levantando la copa, cerré la noche con la última petición:
―¡Por pááá, por mááá, por mi nieto, por mi nieta, por los bisabuelos, por todos! ¡Salud, mucha salud!»
Nueve deseos a los que hoy, Pascua del 2040, quiero añadir el mío:
―¡Por mi abuela y su brazo de hierro!
Porque sigue entre nosotros, apoyándonos a pesar de la arrasadora enfermedad del sistema nervioso, que sufre desde el año anterior a mi nacimiento.
Porque jamás ha perdido la sonrisa, ni las ganas de vivir.
Porque nunca se quedó en el suelo tras una caída.
Porque siente orgullo de las cicatrices quirúrgicas tatuadas.
Porque las luce sin vergüenza.
¡Te quiero!
*
Imagen: Cortesía Pexels.com - 28 Recetas de torrijas (descarga aquí gratis)
Hola, Vive, un relato enternecedor y aleccionador. Como decía alguien al que mucha gente sí tomaba en cuenta, todo tiene un final, y esto también lo tendrá.
Muy bien llevado el relato, con ese cambio de narrador introducido con maestría y cuidado.
Me ha encantado.
Felices festas y próspero año nuevo.
Buenas tardes Vibe:
Tu relato me ha gustado por el juego de los tiempos: la abuela cuenta lo que vivieron en el año 2020, año en que nació la nieta, desde el año 2040.
Así haremos nosotros también. Si en 2040 estamos en el planeta Tierra.
Te deseo un feliz año. Un abrazo. Menta -17
¡Hola Vibe o Mi Querida Karen!
Tu cuento refleja todo lo que sentimos en este Año y los deseos para los que vengan. No puedo, con tanta emotividad, analizar tu cuento gramaticalmente. Es así: sentí el aroma de la comida y el calor del té. Toda la ternura de un encuentro navideño. Posiblemente hay que corregir algunos párrafos pero para mi, como abuela me resulto exquisito. Gracias.
Crisha
Hola Vibe.
Lo primero el contenido: un emotivo homenaje a una abuela bien entretejido en la trama del cuento.
Respecto a la forma, me he perdido con el nº de comensales en la primera colación, antes de Nochebuena. A mi me salen: la narradora (abuela de la narradora), su madre (bisabuela de la narradora), el hermano chico y el de Requena. Total cuatro. Me falta uno.
Buen cuento.
Feliz 2021
Verso suelto (nº2)
Hola Vibe
Un gran recuerdo y enternecedor relato de amor. Las abuelas suelen ser lo más en las familias y que suerte que conserven la memoria a pesar de la edad.
Por que pronto reunamos, nos toquemos, nos besemos y que las abuelas sigan contando sus recuerdos y que nos hagan sonreír y llorar.
Buenas fiestas y hasta el próximo reto, (10)