Lua colocó la tabla que hacía las veces de puerta de la casa.
—¿Has encontrado algo? —Preguntó Noam.
—Nada —respondió ella quitándose la coraza.
Noam dejó escapar un suspiro de resignación.
—Mañana será mejor —dijo él, repitiendo lo que se había convertido en el eslogan de la villa.
Aquel día, Lua no compartía el optimismo de su marido. Cuando se deshizo de su traje de exploradora, se sentó en la banqueta frente a la cama. Noam hizo ademán de levantarse.
—Queda algo de caldo. Te lo calentaré.
—No te preocupes, querido —dijo, mientras con suavidad colocaba una mano sobre el brazo de su compañero.
Noam asintió, aunque no le gustó volver a tumbarse. La última incursión de los mech fue devastadora. Consiguieron vencerlos, pero el precio a pagar fue demasiado alto. Muchos murieron, y muchos más resultaron heridos. Noam entre ellos. Los atacantes ya se batían en retirada cuando la bala perdida de un raptor le destrozó la rodilla. Los habitantes de la villa rechazaron el ataque y, desde entonces, Noam vivía postrado en una cama.
Lua lo observaba. Sabía lo que pasaba por su cabeza. Tras el Alzamiento, los supervivientes se convirtieron en soldados. No tuvieron otra opción. Médicos, profesores, sacerdotes, ingenieros… Algunos, como Noam, eran guerreros de nacimiento, y se adaptaron al nuevo orden con rapidez. Muchos otros, como Lua, tuvieron que aprender sobre la marcha. La sola presencia de Noam levantaba el ánimo a los demás. Habría infundido pavor entre los mech, si esos malditos sintieran algo en sus cerebros de metal. Era un héroe. Un héroe tullido.
—El jefe Kox nos ha convocado. —Lua no quería sacar el tema, pero no había otro momento.
—¿Para qué? —Noam temía conocer la respuesta.
—Los mech se están replegando hacia la capital. Los empujaremos para recuperar terreno.
Noam se sentó de golpe en la cama.
—¡Es lo que quieren! Nos están tentando para que caigamos en su trampa.
—Ya lo sé, querido.
—¿Y el jefe Kox lo sabe?
—Claro que lo sabe —dijo Lua, asintiendo—. Pero nos quedamos sin provisiones. Si somos la primera villa en llegar a sus campamentos, encontraremos algo útil.
—Tuercas y aceite de motor. Eso vais a encontrar. Y, con toda seguridad, un pelotón de raptors escondidos entre los escombros.
Lua lo sabía, y así lo confirmaba su triste mirada.
—No vayas —suplicó Noam.
Ella se levantó y comenzó a pasear por la estancia. Tenía que ir. Ya era una exploradora antes de conocer a Noam. Pero quería quedarse con su marido.
—Tengo que ir. —El deber empujó las palabras fuera de su boca, traicionando sus sentimientos.
—Entonces, yo también.
—No.
—Me pueden atar a una ametralladora sobre uno de los vehículos.
—No.
—¡No puedo quedarme parado! —Las lágrimas de impotencia comenzaron a brotar de los ojos de Noam.
Lua se acercó a la cama y se inclinó sobre él.
—Entonces, ámame.
Noam se extrañó ante la respuesta, pero luego negó con la cabeza. Sus ánimos no estaban a la altura de la petición. Lua insistió.
—Esos monstruos de metal acabarán con nosotros. Antes o después. Sus números, su habilidad para matar y su inteligencia artificial están a punto de extinguirnos. —Conforme hablaba, se acercaba a su marido—. Pero no son capaces de odiar, de reír, de querer. Por eso quieren exterminarnos. Porque somos algo que ellos no pueden llegar a ser. Mientras las personas rían, lloren y griten, seremos vencedores. —Sus labios estaban a punto de tocarse —. Así que ámame, querido. Y al hacerlo, les habrás vencido.
Se fundieron en un beso, conscientes de que podría ser el último.
Mañana será mejor.
Ambos sabían que no era así.
Hola a todos y muchas gracias por vuestra visita. He tenido bastante lío este mes y no he podido estar por aquí tanto como me hubiera gustado.
José María, me alegro de que te haya gustado. ¡Yo también espero que ese futuro se quede solo en las historietas! Todos estamos bien. espero que por tu parte también. Un saludo
Osvaldo, me gusta la manera en la que interpretas la historia y la adecúas a la situación actual. El comportamiento humano está cambiando, y se puede luchar contra eso de la misma manera que los personajes de la historia. Gracias por esa idea. Un abrazo.
Pepe, gracias por esas palabras. Me alegro de que te haya gustado tanto, y me alegra…
Hola, Mario.
Ya estoy por aquí. Yo siempre he dicho que no me gustaban los relatos o novelas de ciencia ficción, incluso fantasía, como te comentan algunos otros comentaristas, pero le empiezo a coger el gusto fundamentalmente por leerlos y escribir alguno. La clave está en el mensaje que llevan. En este sentido tu relato tiene un fondo claro de lucha por la supervivencia de la especie clarísimamente superior, porque lo importante, como señala Lua, lo importante es odiar, reír y querer.
Estupendo relato de CI-FI con contenido, acción y redacción impecable. Los diálogos bien construidos forman parte esencial del relato. Todos aportan información sin que sobre ninguno.
Felicidades.
Un abrazo.
Mario:
Aunque no me gustan ese tipo de aventuras guerreras con seres extraordinarios, encontré en la tuya una excelente representación de la invasión de virus que sufrimos, nuestra inferioridad, los intentos por neutralizarlos, las esperanzas que nacen cada día y la necesidad de mantener nuestras costumbres a toda prueba (la primera de ellas, la del amor).
Está narrada con muy buen ritmo, con agilidad y no me saltan a la vista errores de lenguaje para señalar.
Buen relato.
Saludos.
Hola Mario, he regresado para agradecer la amabilidad que has tenido al leer y comentar mi participación de este mes. Nos seguiremos leyendo. Saludos.
Hola Mario. Buen diálogo de unos contendientes donde reina el desánimo y las ganas de amar, por lo que pueda venir.
Encuentro algo que a mí me suena mejor, que no quiere decir que se tenga que modificar.
Noam, vivía postrado en una cama. Si se puede levantar, quizá mejor acostado o estirado y ...vive, mejor que vivía .... y en la cama, mejor que en una cama.
Lua lo observaba, mejor le observaba.
Bueno, mejor que no pase lo que cuentas, aunque los tiempos que corren es posible que lleguemos.
Un saludo y hasta el próximo (5)