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Foto del escritorAdmon KMarce

¿Realidad o ficción? - Esther


¿Realidad o ficción?


Al llegar a la esquina me detuve a esperar que pasara la fila de autos y motos, cuando vi de pronto una mujer a mi lado, respirando agitada, que me miró con curiosidad y dijo muy rápido:

―¡Qué viento! Por suerte me puse la gorra, porque mi pelo parece un alambre.¡Mire! —y se la quitó de inmediato.

—Sí, está un poco fuerte el viento. ―dije para no referirme al cabello enmarañado, tratando de liberarme de esa conversación que no me interesaba.

Ella quedó algo confusa y cuando intenté seguir caminando, me detuvo, poniendo su mano en mi brazo y antes que yo hablara dijo:

―Desde que me hice la quimioterapia me nació así. Mi pelo era crespo pero ahora parece un alambre. No sé qué hacer. Fui a la farmacia, compré un producto. Me lo puse y el pelo está cada vez peor. Fui a protestar y la mujer me dijo que lo siguiera usando, que al cabo de un mes se verían los resultados. ¡No me lo puse más, era una porquería!. Por eso sigo con la gorra, me la hizo mi hija , tejida a crochet cuando estaba en cama con gripe.


No sabía qué hacer porque cada vez que quería seguir mi camino me tomaba el brazo, se me acercaba más y sin tapaboca, lo que me obligaba a retroceder. Me sentía aturdida, porque no paraba de hablar y gesticular. No me podía desprender de aquella persona desconocida, extraña. Solo la oía hablar con rapidez, de enfermedades y muertes, de la casa que le dejó el marido, tan grande y linda y que disfrutó muy poco el pobre. El hijo quería que ella la vendiera y comprara una más chica, pero ni pensar porque allí quería pasar sus últimos días. Según ella las habitaciones eran muy amplias y soleadas. La preferida por su esposo, actualmente estaba cerrada con candado, porque había extraviado la llave.Allí guardaba todas sus pertenencias. Solo la abría en fechas muy especiales y para ventilarla.

Entre ruidos de motores y bocinas siguió contando casi a gritos la enfermedad y la muerte de su marido.


Ya, al borde de salir corriendo y dejarla hablando sola, me tomó el brazo con más fuerza para decir que tenía problemas para dormir, que se despertaba asustada a causa de terribles pesadillas. Solo se calmaba abriendo la ventana para respirar el aire fresco, tratando de encontrar alguna estrella muy brillante que aquietara su acelerado corazón. Acá su tono de voz descendía hasta parecer melodiosa.

―Sabe que un día me desperté temprano, me sentía medio mareada, me saqué el camisón, y me encontré con algo ¡ horrible! ¡ espantoso! : ¡mis senos habían desaparecido! ¡Usted no se imagina lo que era aquello!

―¿Desaparecido?

―¡Sí, cómo lo oye! ¡ Quedé desesperada! Llamé urgente al médico, que me conocía de muchos años. Le expliqué todo con lujo de detalles.―El rostro de la mujer se había transformado evidenciando un gran sufrimiento—. También avisé a mi hija para que estuviera presente, porque si le contaba no me iba a creer, pensaría que estaba loca.


Cuando ella dijo que los senos habían desaparecido, yo no podía imaginarme semejante cosa. De inmediato la miré y pensé que podría ser real lo que decía, por lo holgada que quedaba su chaqueta, justo ahí en esa parte del pecho.

A esta altura yo no salía del asombro, ya no recordaba ni para dónde iba. Solo rogaba que aquella historia terminara pronto.

La mujer, de extrema delgadez, mal color y una ansiedad tremenda, siguió hablando, sobre lo que resolvió el médico después de haberla examinado: «la vamos a internar para hacerle estudios y operarla cuanto antes».

―Y así fue… Aquí estoy, lo más bien, como usted ve. Luego de varios meses de tratamiento, mejoré, me repuse. ¡Eso sí, el pelo, un desastre!

Miró la calle, se acomodó la gorra y con una vaga sonrisa se marchó presurosa, como había llegado.


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13 Comments


Amilcar Barça
Amilcar Barça
Oct 03, 2020

Hola Esther. Gracias por tu comentario en mi relato. Nada es verdad y nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. salu2

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Gracias Vespasiano por comentar mi relato y darme una idea si quisiera cambiar el final. No lo he pensado porque quería centrar más la atención en la relatora, para que se destaque el estado anímico en que se encontraba la mujer .

Saludos , Nos leemos. Esther

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Vespasiano -
Vespasiano -
Sep 27, 2020

Hola Esther:

Un poco tarde he leido tu relato que, según tus propias palabras, no se ajusta a ninguna serie de televisión.

La escena que cuentas, perfectamente puede ser real. Hay mucha gente que al no tener con quien desahogarse habla, y por los codos, con la primera persona que se encuentre.

En mi opinión quizá podrías haberle dado un final más sorpresivo por parte de la receptora del discurso de la señora espeluznada y no que fuera la señora la que rompiera el relato marchándose buenamente.

Espero que podamos seguir leyéndonos en futuros retos.

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Mario Fernández
Mario Fernández
Sep 27, 2020

Hola, Esther:


¿A quién no le ha pasado, cruzarse con alguien así? Que alguien aparezca de la nada y te ponga la cabeza loca sin previo aviso. Has retratado este tipo de situaciones con soltura y facilidad. Me parece que el resultado es muy bueno.

Todos tenemos la necesidad de expresarnos, de contar lo que nos preocupa, o simplemente de entablar una conversación con alguien. Quizás esa mujer no tenía a nadie y necesitaba descargar de alguna manera, inventándoselo todo, o parte. O quizás tenía la convicción de que la protagonista necesitaba conocer aquella historia, real o ficticia.


Te doy la enhorabuena. Es un trabajo muy bueno.


Saludos,

Mario

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El chaval
El chaval
Sep 25, 2020

Hola Ester. Eres la única que se ha dado cuenta del error "horror" de los padres. Ya me he puesto en contacto con ellos y han borrado del texto lo de la guerra. Pero de la merendola, ni hablar. Agradecido Ester.

Un cordial saludo

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