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Recuerdo de vida - Jeremías- (C)

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Escuché un fuerte golpe. Como si algo pesado hubiera caído. Corrí hacia la cocina. Todo estaba en orden. Levanté las cortinas y miré. Afuera, Un viejo soporte para colgar la ropa, que estaba para reciclar, había caído. ¡Muy raro! Un objeto demasiado pesado para que lo haga caer un simple gato, o un perro, incluso uno grande. Escuché en el silencio y percibí apenas el ruido de pasos, enseguida vi sombras humanas moverse con rapidez. Corrí a refugiarme al piso superior, afortunadamente la tranca de las rejas que dan a la terraza estaba puesta.


Probé el botón de pánico de la alarma. Nada. En ese momento recordé que había estado teniendo problemas, desde hacía unos días, de forma intermitente, no paraba de sonar; la había desconectado, en espera del servicio, que todavía no había venido.


Enviaría un mensaje por el celular y listo. ¡Qué torpeza la mía! Miro desde arriba y lo veo sobre la mesa del patio, junto a la tasa azul, de la cual salía el hilo del que colgaba un cartoncito cuadrado. Señal de internet no tenía, utilizaba la del móvil, a él conectaba mi PC.


Solo me quedaba esperar. Armas no tenía. Había pensado comprar una desde que quedé sola. A decir verdad, les temo un poco.


Esperé un buen rato, los ruidos no se repitieron, ¡paciencia! esperaría al día siguiente para recuperar el teléfono.


Comí algo y me recosté. Tuve sueños extraños: «varias personas utilizan el patio de mi casa, van y vienen, cada tanto golpean puertas y ventanas con unos palos. El ruido me enfurece. Si tuviera un arma les dispararía a través de la ventana, pero es solo un sueño. ¿Por qué en el sueño no puedo tener un arma?».


Bajo, intento abrir la puerta principal pero la cerradura no abría. La miro con detalle, deben haber intentado forzarla los ladrones. En realidad, no sé cómo llamarlos, ladrones, asesinos, desconozco su intención.


Pasan los días y nadie viene por la casa, mi vecina, que con frecuencia me visita, parece estar desaparecida. Realmente comienzo a ponerme nerviosa. Tomo una pastilla y como algo.


Llega nuevamente la noche. ¿Tendré otra pesadilla? No quiero dormir. Inspecciono nuevamente las rejas de las ventanas, son sumamente fuertes; hasta las ventanas del segundo piso tienen rejas. Sí. puedo abrir las ventanas y gritar. ¿Por qué no lo pensé antes? Entonces grito. Grito hasta quedar afónica. Quizá es muy tarde, lo intentaré mañana nuevamente, alguien va a oírme.


Estoy comenzando a tener hambre y casi no quedan alimentos, me duele el estómago de tanto estar vacío, solo agua. Hace días que como solo arroz hervido, pero he acabado con el último paquete. Busco en el tarro de la basura, recuerdo haber arrojado los desperdicios de ayer por la ventana, justo cuando la vecina entraba en su casa, hasta intenté arrojar el recipiente. Lo golpeé contra las rejas.


Hoy he comido hasta la espuma de poliuretano de la almohada. Me entretengo mirando el diccionario y no solo aprendí lo que es, sino que es el mismo producto básicamente que se aplica como aislante térmico. Ya había escuchado que los pájaros lo comen cuando está recién aplicado en los techos. No tiene sabor alguno, pero condimentos sí que tengo.


Duermo otra vez, el sueño es pesado y terrible: «Ahora las personas entran en mi casa y toman mis cosas. Usan mi ropa. Me he escondido en un rincón del sótano. De seguro aquí no me verán».


Hoy he logrado salir a la terraza. ¡Qué bien! Respiro el aire fresco. Me sabe igual que el de adentro. Escucho cantar los pájaros y puedo oler… no las flores del jardín, los árboles, todo ha perdido su aroma. Las rejas continúan cerradas. ¿Cómo he logrado salir?


Claro, los fantasmas no somos de este mundo, digo del mundo en que vivía antes, antes cuando estaba viva. Vista, tacto, oído, gusto, olfato, no tenemos ningún sentido.

Todo es imaginación, todo es sueño. No veo ni siento ni escucho ni huelo. Es lo que me impide detectar a la vecina: ella debe estar entrando y saliendo de su casa, como siempre.


¿Por qué tengo la sensación de estar en la casa? De que no me puedo alejar, es un sueño dentro del sueño. ¿Sueño después de morir?


Abro los ojos y estoy sola en la cama blanca, sin poder moverme, con un caño en la boca, otros caños penetran mi cuerpo. ¡Qué sucede! Bip, suena un aparato. Bip. Aparte de soñar me torturan. ¿Es eso la muerte? Bip.

***




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