La vereda que lo llevaría a la antigua casa estaba bordeada por altos nopales en flor que le recordaron los paseos con su abuela por aquel monte. Salían muy temprano, antes de que el sol empezara a caldear la tierra, y volvían con la canasta llena de dulces, pero espinosas tunas que ella con gran habilidad limpiaba para todos. Era la época en que aún no lo había tentado el deseo de probar suerte en otros sitios, ni se paraba junto al terraplén para ver pasar los trenes de carga pensando en la alegría de volver en coche como un gran señor y decirle a su abuela "mira lo que te he traído" y dejarle caer sobre el regazo todos sus regalos.
Se detuvo un momento para secarse el sudor con el gastado paliacate y sacudirse un poco el polvo de su vieja camisa vaquera. Los zapatos, casi nuevos, le molestaban mucho, pero los compas se los habían regalado para que no asustara a la familia llegando así, tan desarrapado.
Le costaba trabajo recordar cuántos años había pasado tan lejos, cuidando huertas ajenas para que otros las disfrutaran. Esperando siempre el momento de hacerse rico para escribirle a la abuela unas líneas anunciándole su regreso.
Al torcer el último recodo del camino, se le abrió el horizonte y vio la casa que todavía luchaba por mantenerse en pie. Pero no se oía venir ni una sola voz.
Hola Hilda
Disculpa que haga el comentario tan tarde. Este mes no he podido antes. Por lo tanto, no voy a ser cruel, los compañeros ya te ha dicho bastante. A mi personalmente me ha gustado mucho aunque he tenido que buscar algunas palabras en Google. Enhorabuena y nos seguiremos leyendo
Feliz verano
Hola, Hila.
Nos planteas la introducción de una gran historia. En sí está muy bien contada, das a entender el pasado del prota, lo tortuoso de sus quehaceres, la ansia por terminarlos y desconsuelo una vez creía la redención.
En lo formal me ha costado meterme en la historia, no porque esté mal narrada, en ese caso el escrito es magnífico, sino por las frases tan largas. A mí me gusta abusar de ellas, pero sí que es cierto que el equilibrio entre cortas y largas debe de alternarse para que el lector vaya asimilando lo que lee. Sobre todo, al inicio de los relatos, aunque este sea un micro. El lector, ante algo nuevo, necesita una presentación, una introducción…
Muchas gracias por tu amable comentario, Jorge. Feliz verano también para ti.
Gracias, Hilda:
Tu relato me hace evocar los veranos en Cadiz, con mis hermanos pertrechados de todo tipo de ingenios para coger higos chumbos...inevitablemente terminábamos todos con mi madre quitándonos las "pichas" con pinzas, un trapo y aceite.
Me ha encantado el viaje lingüístico a Méjico. Tanto que te robo, para mi "Orfanato de palabras" dos que nunca había visto: "nopal" y "paliacate".
Feliz verano.
Muchas gracias a todos por los comentarios.
Saludos,
Hilda G.M.