Como va de historia real, voy a dar hasta los nombres y costumbres. Es la celebración en mi casa del día de Navidad. Somos tres matrimonios jóvenes y amigos.
El narrador soy yo, Ricard, “el pasitos” y mi mujer Catalina.
La pareja, Anna y Pere. Y el matrimonio Montse y Josep. Ellas son las principales protagonistas de la velada; están embarazadas, y tan cerca tan cerca tienen el interruptor para encender la bombilla de sus bebés, que hay dos cajas de cava preparadas por si hay que seguir la fiesta en honor de los recién llegados.
En Catalunya, —en Barcelona—en la Nochebuena es cuando se celebra la juerga de cenar en restaurante, cantando, bailando y bebiendo lo que se aguante, para después salir a pasear por la típica Rambla, a ver cuántos ejemplares humanos van zigzagueando, o estrenando el abrigo tumbado en el suelo.
Si han tenido que quedarse en casa, por eso de los niños, los suegros o los abuelos para que tú te diviertas fuera, a los peques se les hacen regalos salidos de un tronco de árbol cortado al efecto.
Imaginaos, que tiene medio metro y que se aguanta con dos patas delanteras. Está pintado con ojos negros, nariz roja y una boca sonriente de oreja a oreja. Su nombre es Tió. Días antes, los niños de la casa le tienen que ir alimentado con mendrugos de pan, agua, mondas de naranja…
Este resto de ser vivo que fue, tapado con una manta, dejando al descubierto su cara de satisfacción, espera a que los niños en este caso con buenas intenciones, armados con un palo que lo prueban dando golpes infantiles sobre el lomo del aguantador, mientras le van cantando villancicos.
Ya traducido queda así: “Caga Tió, de avellana y de turrón, no cagues arenques que son saladas. Caga turrón que es mucho mejor.
Terminan la canción, y se lanzan como lo que son; criaturas ansiosas de ver lo que reserva la barriga hinchada bajo la manta, con sus regalos para cada uno.
Navidad. Es un día espléndido, diáfano, que te levanta el ánimo. Después de recibir los parabienes de los invitados, pasamos a la recíproca para saludar con entusiasmo y cariño a las futuras mamás y a sus acompañantes.
—¿Hola, que tal? Te veo muy bien, muy guapa… te sale la felicidad por estos ojos celestes. Que bien te sienta el embarazo. A ti también Pere, futuro padre.
—Tengo ganas de acabar, me canso con facilidad, date cuenta que estoy de ocho y medio.
—¿Y tú, que tal vas?, —le inquiere mi mujer a su hermana Montse.
—Bien, ya sabes, —con mucha ilusión, porque es la primera vez. Estoy del mismo tiempo que Anna; parece como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para parir el mes de enero –espero—si no viene en estos días que faltan del año.
—Bueno, chicos, —anima “el pasitos” vamos a la mesa, que ya está preparada con el aperitivo. Asombro y agradecimiento ante la visión de lo expuesto. Mesa larga con mantel de motivos rojos floreados, y un par de velas decoradas que se aprestan a encender colocadas en los extremos de la mesa. Cada comensal, justo al lado de su plato, hay un pequeño obsequio o detalle de los anfitriones como recuerdo de su visita.
Dice la tradición, que el primer plato ha de ser una sopa hecha con el caldo resultante de la cocción de carne, verduras, tocino y morcilla, puesto a hervir con “galets”, pasta pequeña en forma de “caracol”. El segundo plato es pollo o bien pavo al horno.
El aperitivo, consta de marisco, gambas, cigalas, y para beber, lo que apetezca: vermout, cerveza, y priva sobre todo el cava (champán catalán).
Después de esta poca cosa, salen a relucir todo tipo de turrones y frutos secos sin dar descanso a las botellas de cava.
Como ninguno tenemos el vicio de fumar, nos sentamos en la sala cómodamente y el que lo desea se despoja de los zapatos para continuar con chismorreos, discusiones o las últimas reuniones en el Club de lectura. La cara de felicidad de los futuros padres novatos y la alegría de los veteranos, hace que este día sea muy placentero.
Nota alegre: Con doce días de diferencia nació primero Marta y luego Felíp.
Felices fiestas a todos, compañeros, mejor año y a seguir en la brecha de escribir, cada uno en su estilo y lo que quiera. ¡Nunca dejarlo!
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