Hoy cumple años Verónica. Estiro el tiempo mirando la pantalla del notebook. ¡Cuánto desgano! Miro esa pantalla que me hastía. Podría escuchar música. Algo que sea normal, hace tanto que no utilizo un equipo de audio. Todo sale de ahí, del mismo lado, las luces y las sombras, los sonidos, todo. Mis dedos solo distinguen lisas teclas. Espero. No puedo creer que deba acostumbrarme a ver a mi nieta también gracias a eso.
Esta cosa no es la causa del aislamiento. Sé que ayuda, permite asistir a la reunión casi como si fuera real. Tendré que creer que está sucediendo ahora, que no estoy viendo una película atrasada, que todos están en realidad ahí, los que aparecen y los que no.
Ella está en su casa, con sus padres. Mis otros hijos en las suyas con sus respectivos hijos. Yo estoy en la mía, con mi esposa. El tiempo pasó y se formaron nuevas familias, como ha sido desde siempre. Como dice el génesis y eso está bien.
Hace dos meses que no nos encontramos. En otras oportunidades también pasaron largos periodos sin que estuviéramos juntos… Sí, pasó otras veces y fue nuestra opción. Hace justo un año, un día como hoy, también llovía y no fuimos. Este año nos habíamos prometido no faltar y no faltamos…
Podríamos estar uno aquí, otro en Europa, otro en Estados Unidos, o en la China. Mejor no, digamos o en Japón. Sería más interesante, podríamos planear un viaje para el año entrante y hacer una visita y al año siguiente hacer otra. ¡Qué sé yo! Algo así. Pero estamos todos en la misma ciudad, a escasos a poquísimos kilómetros unos de otros.
¿Y quién dijo que debe ser así? Todos los gobiernos, como robots idiotas, tomaron la misma decisión. ¿Frente a una gripe? En todo lo que va de la famosa pandemia ha muerto menos gente que la que muere normalmente en el mundo durante dos días. ¿Y la información? ¿Qué es real y qué no?
Estaba todo preparado. Había expectativa. Dejamos que sonara una canción suave, algo romántica, algo que hiciera soñar con un paseo por el parque. Con la brisa moviendo la copa de los árboles. Llegaron las siete y llegó el mensaje de Whatsapp. Entrar ID de la reunión, ingresar clave. Y nos vimos…
Cuánta alegría. Ahí estaba Verónica.
—Estás más alta, ¡cómo has crecido niña!
Ella nada dijo. Solo sonrió y continuó mirando el reloj en su muñeca, regalo de cumpleaños para llevar a la escuela…
—Sabes que compré al uniforme —dijo mi hija su madre— no llegó a estrenarlo y cuando pueda usarlo le va a quedar corto. No sabes cómo ha crecido en este tiempo.
En la videoreunión aparecieron hasta las dos gatitas que tienen. Una la trajeron del campo, donde vivíamos, la otra ni sabíamos que la tenían. No sé como la habrán conseguido en esta época. Es peligroso porque si bien los animales no contagian bien pueden llevar el virus en sus patas… o lo que sea. En esta época hay que cuidarse de todo.
La infaltable torta fue por un momento el centro de la reunión, algo deformada pero hecha en casa. Para formar el número de años, no habían conseguido un uno, así que la vela fue el uno, cero sí tenían. Cantamos. En lugar de tomar la clásica foto mientras se apaga la vela hicimos una captura de pantalla.
Hablarle a una imagen cohíbe un poco al principio. Luego las voces se entrelazaron, los micrófonos se acoplaron, hubo cosas divertidas.
Después de despedirnos sentí un enorme vacío. Corrí a la bicicleta fija y… Iba a decir salí a dar una vuelta. Mentira. Subí y pedalee siempre en el mismo lugar. Al final el cansancio no fue suficiente, es que eso no cansa ni distrae, ayuda sí... Luego vino el whisky.
La tecnología nos está ayudando, no quiero imaginar que sería esto de otra manera. Me imagino escribiendo una carta... era lindo sentarse en grupo a leer lo que nos decía un familiar, un amigo. Estoy seguro que no disminuirá ni el trabajo a distancia, ni los cursos desde la casa. Ni las reuniones virtuales.
Pero para sentirnos humanos necesitamos agregar un abrazo real. Uno en el que sintamos el calor de la otra persona, la presión de otros brazos y podamos tocar lágrimas de tristeza o de alegría. Mañana será mejor porque sabremos que aun eso podemos perderlo y de un día para otro volver a estar presos.