«Aguanto, como puedo, encaramado en el estrecho dintel de una ventana, un espacio que no calificaría ni mucho menos de cornisa y para colmo… ¡En pelotas! La situación no es precisamente un chiste. A pesar de ello, no puedo parar de reír preso de un ataque de ansiedad: se me ha metido en la cabeza la música de Spiderman, fui ayer con Mónica a verla en el Capitol, cuando mi vida era menos agitada. Ahora, a por lo menos veinticinco metros de altura sobre el nivel de la acera, me encuentro tarareando desnudo y estúpidamente preocupado porque a Mónica y a mí, se nos ha olvidado el alfiler de corbata en la mesita de noche…»
No es que el relato sea una maravilla. Marcelo nunca fue un Cervantes, pero ir a su casa a plagiar sus escritos tiene, sin duda, otros alicientes, y no me pasará como a su personaje. Para empezar, Marcelo vive en una planta baja y además… ¿quién en estos tiempos usa alfiler de corbata?
*