Yo, después del parque (C)- A. BERUMÉN - (R)

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Desde hace unos días, a mi mami le ha dado por tocar el piano por las mañanas. Siempre toca la misma melodía. Esa de Cri Cri que dice “Allá en la fuente había un chorrito, se hacía grandote se hacía chiquito, estaba de malhumor, pobre chorrito tenía calor…” Ella sabe que esa era mi canción favorita, pues me la cantaba cada vez que me portaba mal y me tenía que castigar. Yo creo que a ella le dolía más que a mí castigarme, y cantarme esa canción era como demostrarme su amor, echándole la culpa de que me portara así al clima o a que me sentía mal por algo.

Nunca dudé de su amor de madre, y ella no tiene la culpa de lo que me pasó. Yo la desobedecí, pues aún y cuando me había advertido que no debía subirme a esa resbaladilla del parque, no hice caso y me caí. Bueno, en realidad fue mi amigo el que me convenció de que me subiera y luego me empujó. Tampoco lo culpo a él. Se sentía muy solo en el armario y necesitaba que alguien lo acompañara siempre.

No he podido convencer a la nueva niña que vive en la que era nuestra casa, de que vaya al parque con su mamá. En realidad si han ido varias veces, pero ella es muy obediente y no quiere ni siquiera acercarse a la vieja resbaladilla, pues su mamá se lo tiene prohibido.

Estoy pensando en quién más podría vivir con nosotros en el armario, y la única persona que se me ocurre es mi prima Rosita, aunque es la única hija de mi tía y no sé si resista vivir sin ella. Lo que pasa es que gracias a ella me caen mal las niñas, pues cuando me visitaba, siempre teníamos que jugar a lo que mi prima quería, y por cualquier broma que le hacía, salía corriendo gritando y llorando a acusarme con mi mamá, y siempre terminaba castigado por culpa suya, como el día que le enseñé mi rana.

Después de todo no es tan malo vivir aquí. Tiene sus ventajas, como no tener que ir a la escuela ni a la iglesia. No es que me disgustara tanto ir a misa los domingos, lo que más me molestaba es que tenía que ir bien arregladito y saludar de beso a todas las amigas de mi mamá. Mi papá, casi nunca iba con nosotros.

Yo no soy un fantasma, más bien soy un “espíritu chocarrero”, y me la paso haciendo bromas a mis papás, y a mi hermanito. Además, los protejo mucho, como aquella vez en que mi papá iba manejando, y por checar su teléfono casi se estrella con un camión que estaba estacionado unos metros adelante. Gracias a que le di una palmada en su hombro reaccionó, dejando a un lado su teléfono y evitando el accidente que hubiera tenido consecuencias fatales.

Ayer, mi hermanito casi se cae por las escaleras. Mi mami, sin darse cuenta, dejó abierta la puertita de seguridad. Al ver que él se dirigía para allá, le di un pequeño empujoncito, tirándolo al suelo, y se puso a llorar, pero evité que tuviera un accidente mayor.

Aunque quiero mucho a mi hermanito, no me gustaría que se viniera a vivir con nosotros al armario, pues mi mami no soportaría quedarse solita, y no sé qué sería capaz de hacer.

Ella se ha vuelto muy devota, reza el rosario todos los días y no falta a misa ningún domingo. Mi papá, por su parte, es mucho más apegado a la casa que antes de que yo me fuera.

Sé que al principio les dolió mucho mi partida, pero con el tiempo entenderán que fue lo mejor que pudo pasar. Ahora mi familia está más unida que antes, pues desde que nació mi hermanito, ya no me hacían caso, en cambio hoy, todas las mañanas nos sentamos en la mesa a desayunar juntos, y aunque ellos no me puedan ver, siempre estoy ahí acompañándolos. Además, les hago bromas, como cambiar las cosas de lugar. Soy tan rápido, que no se dan cuenta, y cuando buscan algo, ya no lo encuentran donde lo dejaron. Creo que ahora sí somos una familia feliz. Mis papás ya no pelean tanto, como lo hacían antes, y a mi hermanito lo cuidan más de lo que lo hacían conmigo.

Bueno, por ahora mejor me voy a descansar un rato, pues nosotros los espíritus también necesitamos hacerlo…

Continuará…

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